Vientos de cambio

Transición ecosocial y ecofeminismos.
Reflexiones desde la cultura.

Con su poder para construir nuevos relatos, las prácticas artísticas pueden inducir cortocircuitos que apelen a la construcción de conciencia crítica. Por su parte, los ecofeminismos operan como una brújula para desmantelar el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo, que se han constituido como las tres bases principales de la crisis ecológica actual. Esta matriz que aúna el pensamiento y la praxis nos invita a alejarnos de la mirada antropocéntrica y a apostar por pensar desde lo sistémico, lo que implica deshacernos de las cosmovisiones imperantes para contrarrestar aquellos relatos que nos presentaron como inamovibles. Juntas, los ecofeminismos y las prácticas artísticas, forman un tándem que puede operar como matriz de pensamiento-acción que ofrezca una relectura de nuestras bases culturales en un momento en que la crisis climática y ecosocial nos exigen un cambio de modelo.

El discurso ecosocial que empieza a calar en las instituciones culturales solo se vuelve efectivo cuando esas narrativas emancipatorias de lo colectivo van unidas a estrategias activistas. Trabajar rutas alternativas desde la cultura y las artes pasa por reconocer que el futuro no puede ser una mera continuación del presente y por desarrollar una praxis acorde, de la mano de una aproximación situada y transdisciplinar, como manera de desarrollar nuevos vínculos y un nuevo espacio de producción de lo común.

Para esbozar algunos de esos itinerarios he tenido el lujo de contar en esta edición con una serie de colaboradoras y colaboradores que cimentan una transición ecosocial que se evidencia hoy más necesaria que nunca. En todas estas colaboraciones queda clara la imperiosa necesidad de cambiar el paradigma cultural, y lo hacen desde una postura donde predomina el optimismo, la resistencia y la lucha, desde ángulos diversos. Los autores nos hacen diferentes propuestas para transicionar en las que el decrecimiento se torna fundamental, así como la revisión del modo en que hemos configurado el mundo, con sus mitos y sus ideologías, para redibujar otro donde predomine lo pequeño. Hoy vemos incontestable la necesidad de un compromiso desde lo local, desde lo cotidiano y por la recuperación de la utopía.

Emilio Santiago Muiño abre su texto haciendo referencia al escrito de William Morris Cómo vivimos y cómo podríamos vivir, señalando dos diferencias fundamentales entre esa fisura en el siglo XIX y la de ahora para afirmar que “no estar cerrando rápidamente esa brecha entre cómo vivimos y cómo podríamos vivir tiene un final asegurado”. La primera distinción es cómo estamos contribuyendo a la catástrofe ecológica; la segunda, que hemos perdido la ilusión utópica. Habla de conceptos como “comunismo del genio y la lujosa pobreza”, para los cuales reivindica el arte y la creatividad, pues “La transformación emancipadora del mundo ya no consiste en precipitar los sueños de la abundancia material infinita, sino concretar las utopías de lo suficiente en común, sabiendo que lo común esconde una copa de vino copiosa y sin fondo”.

La pregunta de cómo transicionar y desde dónde es abordada por Nuria Sánchez León a partir de una suerte de comparativa –o puentes de conexión– entre los ecofeminismos y el movimiento de transición que, como señala la autora, comparten “las ideas de los límites de los recursos del planeta y la eco e interdependencia”. Para la autora, la misión de ambos es “construir soluciones verdaderas a los desafíos ecosociales y no falsas soluciones tecnológicas” y con ello pone sobre la mesa ejemplos de aplicación práctica del ecofeminismo desde el movimiento de transición.

Uno de los ejes analizado ampliamente desde los ecofeminismos es el de las problemáticas en torno al agua, elemento en que basa su proyecto artístico Verónica Perales. La artista interviene algunas páginas de esta revista con una serie de dibujos que ha realizado tomando como punto de partida la investigación que ha realizado sobre la literatura de James Joyce y, más en concreto, sobre su dimensión ecológica y empática hacia lo no humano. Sus dibujos son “representaciones de una figura universal, presente a través de las culturas y de los tiempos, icono de algunos de los muchos vínculos de las mujeres con el agua: las lavanderas”. Además, a través de su obra, se introduce por primera vez el sonido en esta publicación.

También el agua vehicula la aportación artística de Pedro Déniz, en su caso para alertarnos de las prácticas de greenwashing que “enverdecen” empresas, corporaciones y también algunas instituciones culturales. El artista muestra fragmentos de una performance realizada en torno a los peligros del conocido como capitalismo verde “con el objeto de generar una conciencia de cuerpo social, que albergue trazas y perspectivas que nos preocupan a todas; desde la relación con la naturaleza, lo político, la identidad, el compromiso social y la poesía”.

Y no sería posible hablar de ecofeminismos sin contar con la más destacada exponente de este movimiento: Alicia H.Puleo. Tanto ella como Muiño insisten en la cantidad de documentos culturales, especialmente en cine, pero también en literatura, música o arte, donde los escenarios distópicos parecen presentarse como única posibilidad de futuro, para insistir en la importancia de trabajar en clave positiva, desde las alternativas de futuro. La filósofa nos propone una cartografía desde dos espacios simbólicos: el jardín-huerto ecofeminista, que dibuja recogiendo las bases de la filosofía epicúrea y el laberinto del Minotauro, con el que propone una relectura ecofeminista del mito de Ariadna. Con todo ello, nos invita a tomar “esa antorcha ecofeminista que hoy invita a recorrer senderos inexplorados hacia otro futuro posible”.

También alude a la mitología griega Jorge Riechmann al apuntar que “Prometeo no ha sabido qué hacer consigo mismo…”. El filósofo se sale del registro de ensayo tradicional para adoptar otro que, en capítulos breves, se acerca a un breviario o compendium del fin de “este mundo” donde habla de nuestros valores ante la muerte. Su texto es una invitación a revisarlos ante el momento de catástrofe ecosocial en que nos encontramos, valores como la dignidad humana, la solidaridad, la ayuda mutua, la belleza en lo cotidiano, la poesía, el cuidado o la comunidad que “aguantan la mirada de la muerte: siguen valiendo incluso cuando sucumbimos”. Sus palabras operan como “un humilde recordatorio de nuestra naturaleza simia” o, como suele decir a menudo, que apenas somos “simios averiados”.

Tanto Puleo como Riechmann hacen alusión a consignas indígenas: el sumak kawsay, en el caso de Puleo y el “vivir sabroso”, en el del segundo. Esta revalorización de las epistemologías de los pueblos originarios enlaza con una entrevista de lujo: Bertha Zúñiga Cáceres. Su vida ha estado marcada por el asesinato de su madre, Berta Cáceres, líder en defensa de la justicia medioambiental en Honduras y referente de los ecofeminismos en todo el mundo. Nos cuenta cómo esa experiencia ha marcado su vida e itinerario, continuando con el activismo y la lucha ecologista.

Todas las aportaciones que recogemos en esta edición nos interpelan hacia la apertura de diferentes campos discursivos y modos de materializar relatos de ecojusticia, narrativas de futuros colectivos tejidos a través de un nuevo imaginario político que nos permita revalorizar los momentos y espacios invisibles para combatir los dogmas enquistados que nos impiden imaginar una sociedad despatriarcalizada, descolonizada y postfosilista.

Blanca de la Torre

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