ARTISTA CONFIRMADO EN LA CONVOCATORIA ¨ABIERTO ARTISTAS¨: CARLOS KLETT
Carlos Klett presenta en ISLA el proyecto SENO.
Con el proyecto SENO, Carlos Klett (1997) genera dispositivos relacionales, habitables y performativos destinados a la desaceleración, la improductividad, la no-funcionalidad y la acción inútil, para hablar del cuerpo poniendo el cuerpo y para reflexionar en torno a la búsqueda de trascendencia humana, basada en narrativas de progreso incorporadas por nuestro modelo de sistema y su ficticia perspectiva inagotable de desarrollo vertical y ascensión. En su instalación site specific en ISLA, utiliza restos vegetales encontrados y estiércol del ganado que habita el entorno para construir, mediante procesos manuales y lentos, una suerte de túmulo o refugio que nos acerca más a la tierra y no tanto al cielo, y que existe en su propia contradicción: entre lo orgánico y lo sintético. Se trata de un muro que separa un lado y otro, un adentro y un afuera. Habla de integración, pero también de falta de integración hacia nosotros mismos y hacia “la naturaleza”. Es un espacio limitador, una barrera física que nos habla de esta separación sistémica, cultural y construida entre el cuerpo, el ser humano y la naturaleza.
Con su trabajo, atravesado por sus estudios en Antropología, Carlos defiende que esta forma de entendimiento de la realidad, es situada geográfica e históricamente, no universal, ni extrapolable a otras culturas o grupos humanos que sí existen dentro del paradigma de la integración. Esta distinción omnipresente y etnocéntrica conforma nuestra manera de conocer y habitar el mundo, por una parte, hiriéndonos física y mentalmente, y por otra, ignorando u oponiéndose a las formas de existencia no-humanas y sus macro y microprocesos: la otredad. Este leitmotiv de su obra, se manifiesta aquí como una construcción literal, hecha de limo, barro, restos, heces: suelo, símbolo de construcción de “el hombre”. Aborda dicha separación ontológica como un producto de las cosmovisiones heredadas de la modernidad, cuestionando la división Cartesiana entre cuerpo y mente que nos dota de individualidad, el racionalismo occidental y el pensamiento ilustrado y tecnocrático, que avalan y alimentan nuestro mononaturalismo antropocentrista hegemónico: el hecho de concebir una naturaleza única y no “las naturalezas”, y de entenderla como una categoría de análisis diferenciada del ser humano.
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